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2 sept 2010

El insulto como razonamiento.

Publicaba hoy la edición digital de Diario de Sevilla que Stephen Hawking ha descartado la posibilidad de que dios crease el Universo.

Sí dios, porque quién coño es Dios. ¿A qué dios le otorgamos el título de Dios?

Y digo Universo y dios porque sólo hay un universo y una, sin embargo, infinita cantidad de dioses. Cantidad más infinita que su poder, benevolencia, magnificencia, sabiduría, ubicuidad, ira, lujuria y capacidad para tocar las gaitas. Infinito omega.

Al menos de momento.

Que lo mismo mañana nos levantamos con la noticia de que han descubierto un supercúmulo de enanas blanquiverdes lideradas por Donmanué que conforman un universo para-lelos. O algo similar.

Pero volviendo a Hawking, mejor dicho a sus declaraciones, me sorprende (realmente no me sorprende, me cabrea) que haya personas (si es que se les puede denominar personas) que ante tal afirmación se sientan ofendidas.

Tan ofendidas que (leed los comentarios a la noticia) lleguen al cristiano extremo de asegurar que Stephen Hawking no cree en dios porque es un pobre deforme amargado por su enfermedad.

Lo expresan con otras palabras pero con el mismo fondo.

La misma mierda pero de otro perro. De piadoso perro cristiano temeroso de su creador. De ese creador que les otorgó diez mandamientos para que ellos se los pasasen por el forro cuando quisiesen.

Pero que nadie les toque sus mandamientos. Que nadie los critique. Que nadie los ponga en duda. Eso sólo lo pueden hacer ellos. Los elegidos.

Quien ponga en duda su fe merece morir mil veces mil veces entre vastos sufrimientos y agonía.

Porque ellos tienen la razón. Ellos lo saben todo. Porque se lo ha dicho su dios. Ellos están en posesión de LA VERDAD.

Igual que a los judíos su dios les reveló LA VERDAD; como a los musulmanes.

Y a los hindúes se la otorgó su panteón trinitario.

Como a los griegos, romanos, egipcios, nórdicos, mayas, aztecas y demás pueblos que a falta de un dios tenían una talega llena de ellos. Un surtido Cuétara de divinidades donde elegir al superpoderoso ser que mejor te cayese para rezarle y ofrecerle sacrificios: lo mismo degollar una cabra albina que dejar de tocártela los días de luna llena.

Una pantomima, al fin y al cabo, que ha servido (y aún sigue sirviendo) para quitarse de enmedio al que no piensa igual que tú. Sin escuchar sus planteamientos, sin atender a razones.

Si no crees en mi dios está contra mí.

Y lo peor es que, lamentablemente, pocos creyentes (de cualquier doctrina, dogma o fe) creen verdaderamente. Sólo siguen las pautas que les han impuesto. Sin pensarlas, sin razonarlas, sin planteárselas. Son autómatas que actúan pavlovianamente. La campana es un estímulo positivo. Lo que no sea campana es un ataque a su integridad.

Curiosamente nadie les ataca (vale sí, hay energúmenos de su ralea en el bando contrario, pero no es el caso de S. Hawking) pero ellos responden como si hubiesen apuñalado a su madre.

Y no dudan al asegurar que Hawking tiene lo que se merece. Por no creer en su dios. Por negarle la existencia. Por negarle la creación del mundo. Por negarles a ellos su fe.

Una fe que se sostiene en la opinión y la aprobación de los demás. Una fe triste y analfabeta. Una fe de borrego rebañil. Una fe de "la unión hace la fuerza" y "juntos venceremos". Una fe de masas y de pertenencia al grupo. Una fe inquebrantable, incuestionable y de obediencia ciega al líder.

Que piense el líder por mí. Yo no lo voy a hacer. Porque pensar es un trabajo extra. Prefiero que me digan qué tengo que pensar, decir o hacer a plantearme cualquier cuestión que me pueda luxar una neurona o quebrar una sinapsis.

Y cuando alguien diga que mi líder, ése que habla por boca de mi creador (que es el tuyo, aunque tú irás al infierno cuando fallezcas, por impío), está equivocado, lo mataré. O le insultaré. O lo boicoteré. Me manifestaré a la puerta de su casa o de su trabajo para joderle.

Y perseguiré a su familia para hacerles la vida imposible. A sus amigos también. Porque soy un soldado de dios y tengo que velar por LA VERDAD.

Y no me vengas con razones porque no las hay. Punto.

Tus razones son mierda. Tus conclusiones son mierda. Tus planteamientos son mierda y tú eres la mayor mierda.

Sólo existe mi "fe" y nada más. Y no necesito justificarla con palabras. Porque tú eres un deforme de mierda y yo soy un creyente en el único dios.

No necesito argumentos frente a una mierda que no cree en mi dios único y verdadero. Porque me lo ha dicho mi dios. El dios de verdad.

Y tú eres una mierda por no creer en él. Y te mereces todos los males que tienes y los que te vendrán. Lisiado de mierda.

Eso es lo que tenemos, el insulto como argumento. Porque cuando alguien nos lleva la contraria nos sentimos atacados. Y ante la falta de argumentos y razón insultamos. Es más sencillo. Pensar cuesta. Es mejor creer ciegamente.

PD: Como cantaba Ian Anderson:

"If Jesus saves,
Oh well he better saves himself,
from the gory glory seekers,
Who use His name in Death,
Oh Jesus save me!"

Y hay mucho más en el Aqualung.

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